“Una mujer espanta la veta (de mineral)” es la sentencia que circula en Huanuni, con lo que se prohíbe sutilmente a las mujeres realizar cualquier actividad laboral en interior mina y, con ello, acceder a los empleos mejor remunerados del centro productivo. La discriminación laboral hacia las mujeres, en este caso, está sustentada en representaciones simbólico-religiosas que se asumen como verdades en la sociedad, aunque sean claramente ivas y susceptibles de flexibilizarse con las forasteras.
Y es que no sucede con todas las mujeres. La investigadora Gloria Ruiz afirma que ella misma participó en algunas ceremonias dentro del socavón, sin que se manifestaran esas ideas excluyentes. Lo cierto es que las mujeres mineras no tienen pisada en la mina, para ellas está el trabajo de palliri altamente agotador y escasamente remunerado.
Gloria Ruiz, investigadora y directora de Fundación CEIDAS en Sucre, realizó un “Análisis etnográfico de la discriminación laboral en razón de género en el Centro Minero de Huanuni”, con el propósito de indagar cómo las representaciones simbólico-religiosas pueden expresar relaciones de poder desigual, que a su vez se manifiestan en discriminación laboral contra las mujeres.
¿Qué mecanismos usan para excluir a las mujeres del trabajo mejor remunerado que se desarrolla en interior mina? Las ideas simbólico-religiosas, difundidas por los hombres e internalizadas también por las mujeres, protegen el espacio de interior mina como exclusivo de los varones. La antítesis entre las mujeres y el tío (“el Tío se excita”, “la menstruación espanta la veta”) sirve para sustentar la prohibición de acceso de las mujeres a la mina, y por tanto a las fuentes laborales.
En el Centro Minero Huanuni se cuentan 352 mujeres trabajadoras, ni una sola en interior mina, pero 77 en el ingenio (empleas auxiliares), 100 en los relaves (palliris), 4 en seguridad y vigilancia, 136 en limpieza, cocina y sanidad, y 35 en administración (secretarias).
El análisis de Gloria Ruiz plantea que esta construcción simbólico-religiosa cumple el rol de mantener a las mujeres circunscritas en el espacio reproductivo (privado, doméstico, no remunerado), y alejadas del espacio de la producción (público, remunerado, de generación de mercancías). “Esto ha provocado la marginación de las mujeres”, dice Ruiz.
Incluso los derechos ganados por el movimiento sindical minero están cerrados a las mujeres. Cuando un obrero pierde el trabajo (por muerte o accidente o incapacidad) tiene derecho a que otro miembro varón de su familia (hijo, hermano, cuñado, padre) pueda ocupar ese puesto laboral para no perder esa fuente de ingreso para el grupo familiar. Las mujeres están en el último lugar de la lista de espera, y generalmente no tienen la opción a acceder al puesto de trabajo.
La tendencia es incorporar a las mujeres a labores relacionadas con las tareas de reproducción de la vida, como son la limpieza, la cocina u otras en distintas secciones del centro minero. Ruiz dice que si bien las mujeres son conscientes de su situación y perciben claramente la discriminación, la dureza del trabajo en los relaves, el continuo acoso sexual a las obreras, sus organizaciones propias (de amas de casa) no vehiculizan precisamente la solución de estos problemas.
“La discriminación laboral en razón de género –dice una de las conclusiones del análisis etnográfico-- en el centro minero de Huanuni expresa relaciones de poder asimétricas, asentándose, parcialmente, en las representaciones simbólico-religiosas sobre las relaciones entre la femineidad y la producción de minerales… las representaciones simbólicas sobre la antinomia femineidad/producción de mineral impiden que las mujeres accedan a un trabajo estable y bien remunerado, manteniendo condiciones de subordinación y opresión”.
Testimonio de doña Corina, palliri, recogido por Gloria Ruiz (fragmento) “…Hemos reclamado, como ya habíamos trabajado 6 años de eventual esa vez el jornal solo se ganaba 11,50 bolivianos después ha subido 17,50, para ese entonces nuestros compañeros regulares ya ganaban sobre 30 bolivianos el jornal y nosotros nuestro jornal era así, 11, 50 y 17, 50 entonces como nos decían no a las viudas, no a las mujeres, porque a las mujeres siempre nos discriminaban, porque mucha mujer no querían esas veces en la COMIBOL y en la empresa, ahora somos bastante, pero aquellas veces nos costaba lucha, sacrificio para entrar, ha sido una conquista social que nuestros compañeros han conseguido de un trabajador que muera que entre a reemplazarle su viuda, esa vez no querían porque tenía que haber cambios no querían que entremos las mujeres, pero ha sido de mi inquietud de hacer, tenía 5 hijos y mi sueldo no me alcanzaba entonces si nuestros esposos eran trabajadores regulares porque no nos podían dar y gracias a un ingeniero que en paz descanse, Julio, el apellido se me va, ese ingiero nos ha asegurado y los gringos también, y hemos presentado carta, tras carta, hemos hecho llegar hasta su lugar de donde venían, mi persona al menos sea movilizado mucho y gracias a eso hemos ingresado, y nuestro trabajo también veían , nosotras hemos trabajado grave más que un hombre tal vez, por ese salario bajo pero hemos trabajado y viendo todo eso los gringos de Allied Deals han dicho a estas viudas hay que regularizar y nos han regularizado (…)”. Análisis etnográfico de la discriminación laboral en razón de género en el Centro Minero Huanuni
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